viernes, 29 de junio de 2007

TRAVESÍA POR EL RIO NAPO IV: Sobreviviendo la Miluska



















































La llegada del mítico barco embargó de felicidad al grupo...y fuimos proclamadas como portadoras de la buena suerte...lo que no deja de ser cierto, hemos tenido meses de pura buena ventura.

Por supuesto la hora en que Miluska zarparía rumbo a Iquitos era una completa incertidumbre...pero nada importaba porque estaba ahí, en frente de nuestros ojos...solo había que esperar algunas horas...

El sábado a medio día finalmente partimos al ritmo de la cumbia de la miluska y tomando unas chelas auspiciadas por su capitán Tulipán (no es chiste, así se autodenominaba...jamás supimos su verdadero nombre)...

Nos tomamos (además de las cervezas) el fondo del tercer nivel del barco...armamos un acogedor y espacioso campamento (si...carpas y hamacas sobre el barco)... asi reinaba la felicidad entre nosotr@s...

Conmovidas por los paisajes veíamos subir y bajar gente de remotas aldeas cuyo único medio de transporte son los 3 barcos de frecuencia incierta: "Siempre adelante", "Victor" y nuestra "Miluska", así en medio de la noche pequeñas lucecitas advertían al capitán que algún pasajero o carga debía ser recogido desde algún punto de la rivera del río Napo.

La belleza del lugar es indudable, la riqueza de esta aventura también...pero toda moneda tiene dos caras y aunque estábamos al tanto de lo básicas que serían las condiciones de vida arriba del barco, no nos dejó de asombrar y afectar la realidad de este disputado rincón de la amazonía.

A lo largo del viaje nuestro espacio interpersonal paulatinamente empezó a disminuir...cada vez que el barco paraba subía más gente, más pollos, mas plátanos, más chanchos, más vacas, y como podrán ver en las fotos cada vez más y más y más hamacas. El acceso a los servicios anti higiénicos era una odisea...onda modalidad punta y codo bajo las hamacas...monos locos, gallinas cluecas y patos y demases impedían el paso...
Pudimos experimentar el hacinamiento (preguntamos y no existía límite de carga ni pasajeros)...para nosotras era parte de la aventura en la selva, pero para muchísimas personas es un cotidiano ineludible cada vez que quieren trasladarse de su aldea. Nos encontramos con el aislamiento en su máxima expresión, más allá de la falta de comodidad, hablamos de calidad de vida, del respeto por la seguridad de las personas y el medio ambiente (todos los deshechos orgánicos e inorgánicos iban directamente al río), de la escasa presencia del estado en un territorio que paradojalmente se ha disputado en guerras recientes. Esta parte de nuestro itinerario está afuera de la ruta del turista, aquí nos encontramos con un Perú profundo que no postuló a las 7 maravillas del mundo.









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